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Reflexiones metodológicas sobre el rol de los documentos en una investigación etnográfica
Cita sugerida: Herrera, N. (2024). Reflexiones metodológicas sobre el rol de los documentos en una investigación etnográfica. Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, 14(1), e142. https://doi.org/10.24215/18537863e142
Resumen: En este artículo presento una serie de reflexiones metodológicas sobre el lugar que ocuparon y el rol que jugaron los documentos en mi investigación doctoral. En ese marco, reflexiono sobre una práctica de investigación que secundarizó la búsqueda y el análisis de documentos, poniendo la observación participante y la entrevista en profundidad en el centro de su estrategia metodológica. Los objetivos específicos del artículo son: 1°) describir el proceso de acceso a dichos documentos y 2°) mostrar la potencialidad que tenían los documentos hallados para apoyar, complementar, relativizar e incluso cuestionar los datos construidos mediante las observaciones y entrevistas realizadas durante el trabajo de campo.
Palabras clave: Metodología cualitativa, Documentos, Etnografía.
Methodological reflections on the role of documents in ethnographic research
Abstract: This article provides a series of methodological reflections on the place and role played by documents in my doctoral research project. Within this framework, a research practice that placed secondary importance on the search for and analysis of documents is reflected upon, placing participant observation and in-depth interviews at the center of its methodological strategy. The specific objectives of the article are: 1°) to describe the process of accessing these documents and 2°) to show the potential of the documents found to support, complement, relativize, and even question the data constructed through the observations and interviews conducted during the fieldwork.
Keywords: Qualitative Methodology, Documents, Ethnography.
Reflexões metodológicas sobre o papel dos documentos numa pesquisa etnográfica
Resumo: Neste artigo, apresento uma série de reflexões metodológicas sobre o lugar e o papel dos documentos na minha pesquisa de doutorado. Para isso, reflito sobre uma prática de pesquisa que secundarizou a busca e a análise de documentos, colocando a observação participante e as entrevistas em profundidade no centro da estratégia metodológica. Os objetivos específicos do artigo são: 1°) descrever o processo do acesso a esses documentos e 2°) mostrar o potencial dos documentos encontrados para apoiar, complementar, relativizar e até mesmo questionar os dados construídos por meio das observações e entrevistas realizadas durante o trabalho de campo.
Palavras-chave: Metodologia qualitativa, Documentos, Etnografia.
1. Presentación
En el campo de la antropología,1 el uso de documentos y la reflexión metodológica sobre ellos posee una larga trayectoria. La etnohistoria y la antropología histórica han dado prueba de ello (Gupta y Ferguson, 1997; Stocking, 1999), al igual que autores como Goody (1990), quien les otorgó a la escritura, a la circulación de documentos y a los archivos un estatus específico dentro de sus investigaciones. Sin embargo, el uso de documentos no siempre gozó de legitimidad metodológica en el interior de esta disciplina. Esto se debió a dos factores. Por un lado, el hecho de que una parte de las investigaciones fundacionales de la antropología se hayan desarrollado en culturas ágrafas hizo que sus autores consideraran innecesario reflexionar sobre el uso de documentos. Por otra parte, la caracterización del trabajo de campo etnográfico realizada por Malinowski (2018) puso los documentos bajo un ala de sospecha (Lowenkron y Ferreira, 2020): al no haber sido elaborados por el investigador, los documentos debían ocupar un lugar subsidiario frente a las observaciones y las entrevistas que el propio investigador realizaba durante el trabajo de campo. Para conocer una cultura, reponiendo la lógica práctica que ordena la acción de los actores, el investigador debía permanecer en campo, durante un prolongado período, observando y registrando lo que dichos actores hacían y decían.
En el campo de la sociología2 el uso de documentos y la reflexión metodológica sobre ellos ha sido recurrente. Si nos centramos en algunos de los autores clásicos de esta disciplina, vemos, por ejemplo, que Marx (2023) y Durkheim (2003) utilizaron documentos estatales para escribir El 18 Brumario de Luis Bonaparte y El suicidio, respectivamente. Por su parte, Weber (2008) utilizó documentos fabriles para analizar los efectos del proceso de industrialización en la sociedad alemana de su tiempo. Asimismo, Thomas y Znaniecki (2006) trabajaron con documentos institucionales (expedientes judiciales, periódicos, materiales escolares) y personales (cartas, fotografías) durante la investigación que derivaría en uno de los textos fundacionales de la Escuela de Chicago, El campesino polaco en Europa y en América. Sin embargo, una parte de la sociología contemporánea pareciera haber adoptado una perspectiva metodológica en la cual la observación participante y la entrevista en profundidad adquieren centralidad, relegando los documentos a un lugar secundario (en el mejor de los casos).
En este artículo presento una serie de reflexiones metodológicas -de carácter situado (Muzzopappa y Villalta, 2011)- sobre el lugar que ocuparon y el rol que jugaron los documentos en mi investigación doctoral. Para dicha investigación realicé un trabajo de campo de tipo etnográfico (2010-2015) en la Fiesta Provincial del Inmigrante: un ritual conmemorativo a partir del cual el gobierno de la intendencia municipal de Berisso y los integrantes de las asociaciones étnicas3 locales reponen y transmiten uno de los ejes que vertebran la memoria oficial de la Argentina: el mito del crisol de razas. Al momento de diseñar la estrategia metodológica de esa investigación, las observaciones participantes (realizadas en contexto festivo) y las entrevistas en profundidad (realizadas a integrantes de las distintas asociaciones étnicas) fueron las técnicas elegidas para construir información. Por su parte, la búsqueda y el análisis de documentos no fueron incluidos en el diseño de la estrategia metodológica. Sin embargo, como veremos a lo largo del artículo, durante el desarrollo del trabajo de campo y una vez finalizado este encontré una serie de documentos que iluminaban distintos aspectos de mi objeto de estudio. El objetivo general de este artículo es reflexionar sobre esa práctica de investigación, la cual secundarizó la búsqueda y el análisis de documentos, poniendo otras técnicas de construcción de información en el centro de su estrategia metodológica. En este marco general, los objetivos específicos del artículo son: 1°) describir el proceso de acceso a dichos documentos y 2°) mostrar la potencialidad que tenían los documentos hallados para apoyar, complementar, relativizar e incluso cuestionar los datos construidos mediante las observaciones participantes y las entrevistas en profundidad.
Antes de ingresar en el núcleo del artículo, creo necesario adoptar una definición sobre los documentos, señalar algunos aspectos de la relación que tienen con el archivo e identificar cuáles son sus tipos. Como señalan Verd y Lozares (2016, p. 273), las definiciones sobre los documentos son variadas y no siempre convergentes. Corbetta (2003, p. 287, traducción propia) los define como “cualquier material que ofrece información sobre un determinado fenómeno social y que existe independientemente de las acciones de la persona investigadora”. Siguiendo esta idea, Bryman (2012, p. 543, traducción propia) señala que los documentos son aquellos materiales que “no se han producido específicamente para el propósito de la investigación” que estamos desarrollando. Siguiendo esta mirada, podríamos afirmar que somos nosotros quienes, al interrogar dichos materiales desde nuestras preguntas y lógicas de investigación, los convertimos en documentos. Sin embargo, es necesario señalar que las fuentes analizadas en este artículo no sólo adquirieron su condición de documento a partir de las preguntas y lógicas de investigación que yo les imprimí, sino que, además, lo hicieron en función de las relaciones que ellas tenían con determinados archivos.4Finalmente, respecto de los tipos de documentos, la bibliografía especializada ha construido una tipología en función de los soportes y los agentes que los han producido (MacDonald y Tipton, 1993; Denscombe, 2007; Valles, 2007; Verd y Lozares, 2016): según sus soportes, los documentos pueden ser escritos, visuales o audiovisuales; según el agente que los produjo, los documentos pueden ser institucionales o personales. Teniendo en cuenta lo señalado anteriormente, el corpus de fuentes analizadas en este artículo está compuesto por documentos institucionales, tanto escritos como audiovisuales.
2. Durante el trabajo de campo (y la escritura de la tesis doctoral)
En las observaciones y entrevistas que realicé durante mi trabajo de campo me encontré, reiteradamente, con testimonios que afirmaban que la primera edición de la Fiesta Provincial del Inmigrante (en adelante, la fiesta) se había realizado en el año 1978. Así me lo indicó Silvia,5 quien fue la primera secretaria de actas de la Asociación de Entidades Extranjeras (AEE).6 Esto también era señalado por el locutor de la fiesta, edición tras edición, en los eventos que estructuraban el Programa de Actos. En la misma línea, las referencias académicas que había encontrado sobre el tema indicaban que la primera edición de la fiesta se había desarrollado en 1978 (Lobato, 2004; Ballina y Ottenheimer, 2006; De Cristóforis, 2016). Si quedaban dudas, el vínculo entre las matemáticas y el calendario gregoriano se ocupaba de despejarlas: en el año 2010, cuando comencé a desarrollar mi trabajo de campo, se realizó la edición N° 33 de la fiesta. Si tenemos en cuenta que la fiesta se celebró anualmente, de manera ininterrumpida desde su primera edición, su origen quedaba fijado en 1978.
Por otra parte, en la entrevista con Silvia me comentó que el origen de la fiesta estuvo ligado a una iniciativa del intendente municipal, Ricardo Cersósimo. Según ella, Cersósimo había sido el encargado de elevar ante la gobernación provincial un proyecto para que Berisso fuera declarada Capital Provincial del Inmigrante. Para elaborar ese proyecto, el intendente municipal se reunió (entre fines de 1977 y principios de 1978) con los representantes de algunas asociaciones étnicas y les solicitó que le acercaran toda la información que tuvieran a mano. Según el testimonio de Silvia, una vez que la ciudad fue declarada Capital Provincial del Inmigrante,7 el intendente municipal volvió a convocar a los representantes de las asociaciones étnicas para organizar, a fines de 1978, la primera edición de la fiesta.
Estos registros (notas de campo, entrevistas y referencias bibliográficas) me llevaron a asumir, rápidamente y sin cuestionármelo, que el origen de la fiesta se había producido en 1978. Por otra parte, dichos recursos me dieron una idea -bastante vaga, por cierto- de las actividades que habían llevado a cabo el intendente municipal y los representantes de algunas asociaciones étnicas para declarar a Berisso Capital Provincial del Inmigrante y organizar la primera edición de la fiesta. Sin embargo, durante mi trabajo de campo me encontré con dos documentos: la Gacetilla Oficial de la Fiesta Provincial del Inmigrante (en adelante, la gacetilla) y el video Voces de Patria. Inicios de la Fiesta Provincial del Inmigrante en Berisso (en adelante, el video). Como veremos a continuación, estos documentos me permitieron revisar los datos que había construido a partir de las entrevistas y las observaciones.
2.I. La gacetilla
En el año 2010 asistí por primera vez a la fiesta. En uno de los stands de las asociaciones étnicas que participaban encontré un ejemplar de la gacetilla. Hasta el año 2015, en cada edición adquiría el nuevo ejemplar de ese documento: estar ahí, en contexto festivo, realizando observaciones participantes, me permitió reunir los ejemplares de la gacetilla que fueron elaborados durante el período 2010-2015. Sin embargo, la entrevista a Silvia fue la vía a través de la cual accedí a algunos de los ejemplares elaborados con anterioridad. Ante mi consulta sobre los orígenes de la fiesta, Silvia no sólo me brindó su testimonio oral, sino que, además (sin que yo se lo pidiera), comenzó a colocar sobre la mesa distintos documentos: entre ellos, algunas ediciones de la gacetilla (eran pocas y pertenecían a los años ochenta y noventa). Al finalizar la entrevista le pregunté si podía fotocopiar esas ediciones y si conocía a alguien que pudiera tener “las que faltaban”. Su respuesta a ambas preguntas fue que sí, indicándome que, muy posiblemente, Aníbal Guaraglia8 tuviera algunos ejemplares más.
En aquel momento Aníbal Guaraglia trabajaba como bibliotecario del Centro de Estudiantes y Egresados (CEYE). Cuando nos reunimos en la biblioteca del CEYE, Aníbal me comentó que tenía guardados “todos los ejemplares [de la gacetilla]. Son hermosos”. La carpeta que me alcanzó era grande; contenía muchas ediciones de ese documento, pero no todas. Sin embargo, entre las ediciones que me dio Silvia, las que me dio Aníbal y las que reuní durante mi trabajo de campo logré armar un corpus de documentos que cubría el período 1980-2015.9
Desde su primera edición (1980) la gacetilla fue elaborada por la AEE. Este documento incluye una serie de recursos gráficos (fotografías, dibujos, mapas, escudos y banderas nacionales) y recursos textuales. Entre los recursos textuales cabe mencionar el Programa de Actos de la fiesta; datos históricos sobre la AEE y las asociaciones étnicas radicadas en Berisso; publicidades de las empresas y los comercios locales que auspiciaban la fiesta; un heterogéneo conjunto de textos escritos por integrantes de las asociaciones étnicas (poemas, cuentos breves, relatos biográficos, etc.); y dos editoriales firmados por el presidente de la AEE y el intendente de la ciudad. Para no ahondar en cosas ya dichas (Herrera, 2018, 2019), quisiera señalar que el análisis sobre los editoriales escritos por el presidente de la AEE y el intendente de Berisso me permitió analizar los modos en que esos actores elaboraban -a partir de la selección de distintos hechos del pasado local/nacional- una lectura sobre el presente de la ciudad/nación. Esos usos del pasado habilitaban un marco dentro del cual los inmigrantes ultramarinos eran instituidos como figuras míticas de la memoria colectiva: dichos inmigrantes eran definidos como héroes, pioneros, colonizadores y padres fundadores de la comunidad local/nacional. Si bien estos procesos aparecían reflejados en mis notas de campo y en las entrevistas realizadas, las gacetillas permitían mostrar su historicidad: eso que yo veía en el presente era algo que las gacetillas reflejaban (con variaciones sumamente interesantes) desde la década de 1980. En suma, si el contexto ritual de la fiesta constituía un canal a través del cual transmitir la memoria oficial de la ciudad/nación, las gacetillas constituían un soporte de esa memoria.
2.II. El video
El video fue elaborado en el año 2013 por la Dirección de Comunicaciones Institucionales de la municipalidad de Berisso. Disponible en YouTube, dicho documento audiovisual contiene los testimonios de algunos de los representantes de las asociaciones étnicas que organizaron las primeras ediciones de la fiesta. Entre ellos, los testimonios de Valeria Broblewski (representante de la colectividad polaca) y de Alfredo Dulke (representante de la colectividad lituana).
En un fragmento de su testimonio, Broblewski describe los encuentros que tuvieron los representantes de algunas asociaciones étnicas y el intendente municipal (en las oficinas del municipio, durante 1978) para organizar la primera edición de la fiesta. En ese marco, Broblewski señala:
“Italianos, polacos, albaneses, ucranianos, lituanos, bielorrusos y búlgaros. Esas fueron las siete colectividades que comenzamos con esta festividad. Mandaron [la invitación] a todas eh… a todas las colectividades, pero nosotros fuimos los primeros que estuvimos en el despacho del intendente.”
Por su parte, el testimonio de Dulke presenta una versión distinta sobre el origen de la fiesta:
“La fiesta arrancó un poco por casualidad y un poco por necesidad. En el 76, con un amigo de la colectividad ucraniana, Emilio Piesciorovsky, se nos ocurrió hacer un festival, un festival de danzas (…) Eso fue el motivador para que al año siguiente [1977] se organizara una fiesta, un festival de danzas o fiesta de las colectividades.”
Durante mi investigación doctoral este documento fue sumamente útil, por dos motivos conexos. En primer lugar, me permitió mostrar la existencia de distintas versiones sobre el origen de la fiesta. Y, en segundo lugar, eso me obligó a revisar algo que había naturalizado: las observaciones participantes y las entrevistas en profundidad realizadas, la bibliografía de referencia y el vínculo entre las matemáticas y el calendario gregoriano me habían llevado a asumir que la primera edición de la fiesta se había realizado en 1978. Había asumido, rápidamente y sin cuestionármelo, algo que no era así (o al menos no era así para todos los actores involucrados con ese pasado). Si el trabajo de campo etnográfico que estaba desarrollando quería reponer la perspectiva nativa, no podía obviar los testimonios incluidos en este documento.
Además de la gacetilla y el video, ¿existían otros documentos vinculados a esta festividad, elaborados a fines de los años setenta o vinculados con ese pasado? Me refiero a documentos que me permitieran analizar otras dimensiones del fenómeno o, en todo caso, abordar las mismas dimensiones con un mayor grado de detalle. Como veremos a continuación, existían otros documentos que podría haber interrogado durante mi investigación. Sin embargo, no lo supe. Y no lo supe porque, sencillamente, nunca me pregunté por su existencia.
3. Luego del trabajo de campo (y de la defensa de la tesis)
En diciembre del año 2015 di por terminado el trabajo de campo. En marzo del año 2018 defendí la tesis y creí que la Fiesta Provincial del Inmigrante, en tanto objeto de estudio, no volvería a reclamar mi atención. Error. Durante los años 2021 y 2022, mientras buscaba información sobre otros temas, encontré una serie de documentos vinculados con el origen de la fiesta. En el Museo 1871 encontré el Expediente Municipal N°4012-129 (en adelante, el expediente). En la Casa de Cultura encontré la carpeta titulada Fiesta del Inmigrante de Berisso. Años 1978, 1979, 1980, 1981, 1982 (en adelante, la carpeta). Y, finalmente, en la Hemeroteca de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata encontré la nota titulada Los pioneros de una celebración que es reconocida en todo el país (en adelante, la noticia). No pude dejarlos a un costado y continuar con lo que estaba buscando: me detuve, inmediatamente, a ver qué había en ellos.
3.I. La noticia
Fui a la Hemeroteca de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata buscando información sobre las fiestas y actos conmemorativos en los que hubiera participado una asociación étnica radicada en la ciudad de Berisso. Decidí comenzar la búsqueda a partir de las noticias publicadas en periódicos locales. Entre los resultados arrojados por el buscador apareció una noticia, publicada en el diario El Día, titulada Los pioneros de una celebración que es reconocida en todo el país. Esa celebración era la Fiesta Provincial del Inmigrante.
La noticia está organizada a partir de un único testimonio, el de Ruth Gatti de Bava, quien presenta otra versión sobre el origen de esa festividad. Una versión distinta de las enunciadas por Broblewski y Dulke. Según Gatti de Bava, el
“verdadero origen de la fiesta se remonta todavía más atrás, por una circunstancia a la que injustamente nunca se hizo mención y que se vincula con la creación del Coro Popular de Berisso, que dirigió mi marido, el doctor Leonardo Juan Bava, en el año 1951. Ese fue el motivo por el cual comenzaron a unirse los representantes de las distintas colectividades. Por entonces mi marido era director del Hospital de Berisso y, como pianista, un gran amante de la música. Él, junto al maestro Orientes Montreal, daban clases a más de 100 coreutas, mujeres y varones, entre los que se encontraban representantes de distintas colectividades, que interpretaban las canciones populares de sus países. Así, unidos por la música, se intercambiaban experiencias de los búlgaros, checoslovacos, rusos, alemanes, franceses, portugueses, etc. Fue así que el 13 de septiembre de 1951 comenzaron a ensayar y, tres meses después, 88 coreutas cantaron en el Cine Victoria, lo que ocurrió el 17 de diciembre de 1951 (…) Unos años más tarde se fundó en Berisso la Liga Popular de Lucha Contra el Cáncer que dirigió la señora Blanca E. de Sánchez, y de la que yo fui secretaria de Relaciones Públicas. Fue entonces cuando se decidió realizar un desfile de modas para reunir fondos, lo que a la postre derivaría en lo que fue, en los hechos, la primera Fiesta del Inmigrante (...) Yo misma comencé a recorrer las distintas colectividades para impulsar la idea del desfile con vestidos típicos, y esta posibilidad cayó muy bien entre sus representantes (...) Finalmente aquella fiesta se realizó en 1968 en el gran salón comedor del frigorífico Swift, que estaba repleto, y el desfile de inmigrantes fue el gran éxito de la noche (...) Esa fue la primera fiesta, y la que dio lugar a la que actualmente se conoce como Fiesta Provincial del Inmigrante”.10
Este documento me enfrentó con una versión sobre el origen de la fiesta que no había incluido en la tesis y, además, me llevó a leer en otra clave los testimonios que había incluido en aquel trabajo: ahora, ese pasado, el origen de la fiesta, aparecía ante mis ojos como un pasado en disputa. Cada versión (la de Broblewski, la de Dulke y la de Gatti de Bava) construía una genealogía de esa festividad en la que el punto cero de la historia, el origen, era trasladado hacia un pasado más remoto: 1978 (Broblewski), 1977 y 1976 (Dulke), 1968 y 1951 (Gatti de Bava). Un desplazamiento que no era sólo temporal, sino que, además, modificaba a los actores situados en el centro de aquel proceso. Lo que se jugaba allí era, nada más ni nada menos, que la posibilidad de construir legitimidad, prestigio o reconocimiento social: Broblewski, Dulke y Gatti de Bava buscaban ser definidos como pioneros de una conmemoración que, ni más ni menos, recuerda el origen de la comunidad local/nacional. Como señala Jelin (2017), mientras el pasado ya pasó -es algo determinado, no puede cambiarse-, los sentidos otorgados a él constituyen un objeto de reinterpretación y de disputas. El origen de la fiesta, situado entre principios de los años cincuenta y fines de los años setenta por los actores que participaron de ese proceso, es un ejemplo característico de esta situación. Cada uno de ellos narra ese pasado, ese origen, de manera distinta. Ahora bien, ¿hasta dónde se puede usar el pasado? ¿Qué grados de elasticidad posee el pasado?
Según Wallerstein (1991, p. 78, cursivas mías), “habitualmente se considera que el pasado está inscripto en piedra y es irreversible. Ciertamente, el pasado real está inscripto en piedra. El pasado social -es decir, cómo interpretamos el pasado real- está inscripto, como mucho, en arcilla blanda”. En torno a esta problemática -la maleabilidad o elasticidad del pasado-, se edificó el campo de los estudios sobre la memoria social. Esta característica -la de ser maleable, elástico- condicionaría sus usos. Como señaló Appadurai (1981, p. 201, traducción propia), hasta los años ochenta del siglo XX buena parte del campo antropológico sostuvo que “el pasado es un recurso simbólico infinito y plástico, totalmente susceptible a los propósitos contemporáneos”. Difícilmente encontremos en el presente a algún académico que sostenga este tipo de argumentos. El análisis de numerosos casos empíricos no sólo ha dejado en claro que el pasado produce o condiciona el presente, sino que, además, el pasado es una construcción social recreada desde el presente. Así, todo intento de elaborar y/o usar una determinada interpretación del pasado se enfrenta a las condiciones que impone el presente. Evidentemente, uno de los desafíos más complejos a los que nos enfrentamos los cientistas sociales interesados por estas temáticas es comprender “hasta qué punto el pasado se deja ‘usar’” (Briones 1994, p. 111, cursivas mías), comprender cuáles son los márgenes que existen para cada interpretación del pasado (Chambers, 1991).
Los relatos de Broblewski, Dulke y Gatti de Bava expuestos anteriormente se disputan un lugar dentro de la genealogía de hechos que dieron origen a la Fiesta Provincial del Inmigrante. Y ese lugar es, ni más ni menos que, el punto cero de la genealogía. De poco importa reflexionar sobre la autenticidad o falsedad de los datos presentados en esos testimonios. Lo que importa señalar es que, en primer lugar, esos datos son enunciados para instituir un origen ligado a ciertos contextos y actores y, en segundo lugar, que cada una de esas versiones se ata a -o se construye a partir de- una serie de experiencias personales. Como señala Briones (1994), dicha experiencia personal, sucedida en el pasado, constituye la piedra sobre la que está inscripto el pasado social: el uso del pasado encuentra, en esas experiencias, su propio margen de acción, el límite que demarca hasta dónde se lo puede usar. En función de sus propias experiencias, Broblewski, Dulke y Gatti de Bava narran el origen de la fiesta. Pero a la vez, como señala Cattaruzza (2007), hay segmentos del pasado (conformados por una serie de hechos) que los actores utilizan para elaborar una interpretación del pasado. Así, cada una de las versiones sobre el origen de esta festividad debe insertarse en un segmento del pasado -cargado de hechos y experiencias personales- para poder constituirse: 1978, 1976, 1968 o 1951; una propuesta del intendente municipal, un festival de danzas, la presentación del Coro Popular de Berisso o el desarrollo de un desfile de modas. Fechas, contextos y experiencias personales que se vuelven, para cada versión, constitutivas de ese pasado.
El encuentro con la noticia me llevó a preguntarme -algo que ya había hecho en la tesis, pero con menos fuentes- por qué determinadas representaciones del pasado perduran en el tiempo y otras no logran hacerlo. Haciéndose esta misma pregunta, Cattaruzza (2017, p. 72) señala que la posibilidad de que ciertas representaciones del pasado se vuelvan perdurables “no depende de su respaldo empírico o de su rigor científico, sino (…) de condiciones político-culturales presentes, que impactan en su circulación y recepción”. Sólo ciertas versiones del pasado logran volverse legítimas, oficiales. Son estas versiones las que adquieren una realidad durable. Y esto sucede cuando son comunicadas mediante procesos de oficialización que las convierten en historia (Briones, 1994). Un proceso en el cual el Estado juega un rol central. Por esto, la versión sobre el origen de la fiesta que logró volverse oficial, legítima, institucionalizada, perdurable, es la versión que cuenta con el apoyo del Estado: la versión narrada por Broblewski (en el video), Silvia (en la entrevista) y el locutor (en mis registros de campo). Por su parte, las versiones de Dulke y Gatti de Bava carecen de oficialidad, carecen de un Estado que las comunique, que las haga propias, que las vuelva historia.
3.II. El expediente
En mi primera visita al Museo 1871 le dije a Julieta,11 la secretaria, que estaba buscando información sobre la historia de la inmigración en Berisso (en general) y sobre una colectividad étnica (en particular). Ella me respondió que el museo contaba con información sobre la historia de la inmigración en Berisso12 y que tenían algunas carpetas con documentos de las colectividades étnicas radicadas en la ciudad.13 En encuentros posteriores, Julieta me comentó que los integrantes de la comisión directiva del museo desearían fichar y catalogar el material que había en aquellas carpetas, pero no tenían recursos para hacerlo. En ese marco, me señaló un fichero metálico, enorme, oxidado, que estaba a sus espaldas, y dijo:
“¿Ves eso? No sabemos muy bien qué tiene. Hace un tiempo nos llamaron desde el municipio. Dijeron que estaban sacando cosas del área de Cultura y nos preguntaron si queríamos guardarlas. Un día llegamos [al museo] y nos encontramos con ese fichero. Lo habían dejado en la puerta, así como lo ves. Todavía no pudimos revisarlo bien, pero por lo que vi, hay cosas de las colectividades. Si querés, fijate.”
Siguiendo la invitación de Julieta, abrí el primer estante del fichero (hasta la mitad, porque el óxido y los golpes que había sufrido dificultaban la apertura). Allí estaba, entre otras cosas, el expediente municipal n° 4012-129. Este expediente (con fecha de inicio 20/02/1978) contiene el proyecto que presentó el intendente municipal para que Berisso fuera declarada Capital Provincial del Inmigrante y el decreto (Nº 438/78), por el cual el Gobernador de la provincia de Buenos Aires le otorgó dicha distinción a la ciudad. La información incluida en esos documentos no sólo permitía apoyar la descripción sobre el origen de la fiesta que me había dado Silvia, sino que, además, la ampliaba notablemente. Apoyándome en el testimonio de Silvia, en la tesis afirmé que entre fines de 1977 y principios de 1978 el intendente municipal les había pedido a algunos representantes de las asociaciones étnicas que le alcanzaran toda la información que permitiera sostener aquel proyecto. ¿A qué asociaciones étnicas pertenecían dichos actores? ¿Qué información le habían alcanzado al intendente? Las respuestas a esas preguntas estaban en el expediente: mientras los representantes pertenecían a las asociaciones griega, italiana, armenia, polaca, ucraniana, lituana, búlgara, árabe, rusa y checoslovaca, la información que dichos actores le alcanzaron al intendente municipal estaba vinculada al peso que tuvo la inmigración en la conformación poblacional de Berisso y al desarrollo del asociacionismo étnico a escala local. Pero, además, el proyecto municipal contiene una sección titulada Monumentos y lugares públicos dedicados a los inmigrantes. Los documentos incluidos en esta sección muestran cómo, a lo largo del tiempo, distintos actores locales instalaron en la ciudad un conjunto de marcas territoriales de la memoria (monumentos, bustos, placas, etc.)14 y construyeron distintos lugares de memoria (un museo, un parque, etc.).15 Estas marcas y lugares de memoria (Nora, 1992; Jelin y Langland, 2003; Messina, 2011, 2019) fueron colocados y construidos para recordar la llegada de inmigrantes ultramarinos a las costas de Berisso. En suma, lo que quiero señalar es el hecho de que ese pasado y las prácticas de recordación asociadas a él formaban parte de los elementos que sostenían el proyecto del intendente. El vínculo entre inmigración y memoria social -esa relación que estructuraba el análisis de mi investigación doctoral, apoyada en observaciones participantes y entrevistas en profundidad- estaba presente en estos documentos.
3.III. La carpeta
Me acerqué hasta la Casa de Cultura (un área dependiente de la Secretaría de Cultura de la municipalidad de Berisso) para revisar su biblioteca: buscaba textos autobiográficos, memorias escritas por inmigrantes o hijos de inmigrantes radicados en Berisso. Había visto algunos textos de ese tipo en el Museo 1871. Ante mi consulta, Marta,16 la bibliotecaria, me alcanzó algunos libros: nada nuevo, eran los mismos textos que había visto en el museo. Mientras los miraba sin leer y pensaba en cómo irme de ahí sin ser descortés, le comenté que algunos años antes había realizado un trabajo sobre la Fiesta Provincial del Inmigrante. “Tengo algo que te puede interesar -me dijo-. Una carpeta con cosas viejas. Ya te la traigo”. Al regresar, Marta me comentó que la biblioteca había tenido “dos o tres [carpetas] más sobre la fiesta. Las había guardado la encargada anterior. Cuando yo entré a trabajar [a la biblioteca] hicieron una limpieza, grande, tiraron de todo. De esas carpetas alcancé a guardar una sola”.
Dicha carpeta contiene los documentos elaborados por la AEE y la intendencia municipal durante las primeras cinco ediciones de la fiesta. Entre ellos:
Los afiches, los programas de actos y las tarjetas de acceso a distintos actos.
El listado de las asociaciones étnicas que participaban, con sus direcciones y teléfonos.
Un listado de las instituciones locales que eran convocadas, con sus direcciones y teléfonos.
Una lista de los comercios de la ciudad que prestaron sus vidrieras (para el acto denominado Exposición de Vidrieras) y de las asociaciones étnicas que expusieron diversos objetos en ellas (artesanías, libros, trajes, herramientas, valijas, anteojos, pasaportes, pasajes en barco, etc.).
Notas enviadas por la AEE y el municipio de Berisso a diversas instituciones locales que solicitaban algún tipo de colaboración.
La lista de invitados, las invitaciones enviadas a dichos actores y sus respuestas.
La lista de las representantes que participaban de la elección de la Reina del Inmigrante y los premios que recibirían la reina y sus escoltas.
Un listado con el orden en el que actuaron los conjuntos de danzas (en el acto denominado Festival Folklórico), información sobre las piezas que bailaron y los trajes típicos que usaron.
Textos que contienen información sobre las naciones representadas (ubicación, población, características geográficas y climatológicas, idioma, religión oficial, fechas patrias, períodos y motivos por los cuales los inmigrantes provenientes de esos países llegaron a la Argentina) e información sobre el proceso de conformación de las asociaciones étnicas locales (fechas y motivos por los cuales fueron fundadas, algunas referencias de las personas que participaron de ese proceso, etc.).
Los discursos pronunciados por los/as representantes de la AEE, el intendente municipal (en el acto denominado Desfile de Clausura) y el párroco local (en el acto denominado Misa del Inmigrante).
Mapas que grafican el Desfile de Clausura (señala las calles donde se ubicaron los integrantes de las distintas asociaciones étnicas, dónde estaba el palco oficial, etc.), la elección de la Reina del Inmigrante (distribución de las mesas y el escenario en el salón del Cedro Azul), la Misa del Inmigrante (lugar que ocuparon las/os representantes de las asociaciones étnicas alrededor del altar) y la Posta del Inmigrante (recorrido por las calles de la ciudad).
Tres decretos por los cuales el intendente municipal, Ricardo Cersósimo, declaró Huésped de Honor a los integrantes del cuerpo diplomático que asistió a la primera y segunda edición de la fiesta (1978 y 1979): entre ellos, el Embajador y el Cónsul de la República Popular de Bulgaria, el Embajador de la República Socialista de Checoslovaquia, el Embajador de la República Socialista de Albania, el Jefe de la Sección Consular de la Embajada de la URSS y el Agregado Cultural, el Jefe de la Sección Consular y el Cónsul de la República Socialista Federal de Yugoslavia.
Las actas de las reuniones que mantenían los integrantes de la AEE durante la organización de la fiesta (con listados de presentes/ausentes, temas tratados, decisiones adoptadas, etc.).
Estos documentos permiten describir con un enorme grado de detalle lo sucedido durante las primeras cinco ediciones de la Fiesta Provincial del Inmigrante: allí están indicados los actores que participaron, los discursos que pronunciaron, los lugares que ocuparon y las decisiones adoptadas/descartadas por sus organizadores. En tal sentido, estos documentos nos brindan la posibilidad de elaborar una representación muy clara de lo sucedido en aquel contexto y realizar, imaginariamente, “un viaje al instante mismo donde sucedieron los hechos” (Barbuto, 2022, p. 130). Al mismo tiempo, estos documentos dan cuenta de la relación establecida entre las asociaciones étnicas y la intendencia municipal durante los años de la última dictadura cívico-militar, mostrando algunas de las prácticas a través de las cuales dichos actores llevaron a cabo, a escala municipal, la política cultural de la última dictadura.
4. Conclusiones
Como ha señalado Noriel (2011), los científicos sociales no podemos construir conocimiento desconociendo la dimensión diacrónica, histórica, de los procesos que estudiamos. No hay fenómeno social que, de alguna u otra manera, no nos remita a su propio pasado. Y esto es independiente del contexto en el que realizamos nuestro trabajo de campo. Ya sea en un hospital, en un barrio periférico o en una asociación étnica, es muy probable que las personas que estén ahí hagan referencia a hechos ocurridos en el pasado: por ejemplo, la inauguración de un servicio de alta complejidad (en el hospital), la llegada de cloacas (al barrio) o los motivos por los cuales migraron sus antepasados (en una asociación étnica).
Las apelaciones al pasado realizadas por los integrantes de las asociaciones étnicas y los representantes de la intendencia municipal de Berisso -un pasado mítico de la ciudad/nación, vinculado con la llegada de inmigrantes ultramarinos y su rol en la conformación de la comunidad local/nacional- ocuparon el centro de mi investigación doctoral. Como señalé al inicio de este artículo, al momento de diseñar la estrategia metodológica de esa investigación el análisis de documentos no formó parte de las técnicas contempladas. Así, los registros empíricos de aquellas apelaciones al pasado fueron construidos, mayoritariamente, a partir de observaciones participantes y entrevistas en profundidad.17 Sin embargo, durante el trabajo de campo me encontré con una serie de documentos que tuvieron un rol preponderante en mi investigación: ellos me permitieron apoyar, complementar, relativizar e incluso cuestionar la información que había construido mediante dichas técnicas. La experiencia de investigación narrada en este artículo me llevó a recordar algo que Hammersley y Atkinson (1994) señalaron hace tres décadas: al ser parte de la sociedad en la cual nuestros sujetos de estudio desarrollan sus prácticas, los documentos producidos por ellos constituyen un recurso que los cientistas sociales no debemos ignorar. Así lo entienden numerosos académicos, quienes ven en el trabajo de archivo una de las formas que adopta el trabajo de campo etnográfico (Muzzopappa y Villalta, 2011, 2022; Muzzopappa, 2022; Merenson, 2022; entre otros).18
Jelin (2002, p. 78) señala que la historia dura, fáctica, “de los eventos y acontecimientos que ‘realmente’ existieron se convierte en un material imprescindible pero no suficiente para comprender las maneras en que los sujetos sociales construyen sus memorias, sus narrativas y sus interpelaciones a esos mismos hechos”. El análisis realizado sobre el origen de la Fiesta Provincial del Inmigrante -en función de los documentos encontrados durante y después de mi trabajo de campo- no pretende evidenciar supuestas falacias en las narrativas de los actores, sino examinar la producción social de memorias sobre aquel pasado. Por lo tanto, los testimonios orales y escritos que aparecían en dichos documentos no son concebidos como relatos factuales, limitados a una supuesta función informativa que revele la verdad de lo sucedido (Pollak, 2006). Al desnaturalizarlos -alejándonos de cualquier postura que los incorpore acríticamente como verdades dadas- intenté mostrar que las memorias sobre el origen de esta festividad son un objeto históricamente construido, librado a reinterpretaciones, en disputa. Un pasado en el cual diversos actores “expresan y silencian, resaltan y ocultan, distintos elementos para la construcción de su propio relato. Lo que encontramos es una lucha por las memorias, una lucha social y política en la que se dirimen cuestiones de poder institucional, simbólico y social” (Jelin, 2017, p. 285).
Antes de finalizar este texto quisiera referirme a dos temas. Temas que han sido recurrentemente tratados por los cientistas sociales que realizan trabajo de campo, en archivos, con fuentes documentales. Me refiero a, por un lado, la relación que establecemos con quienes poseen esos documentos y, por otro, a las dificultades que atravesamos para acceder a ellos.
¿Qué relación establecemos con quienes tienen, guardan, custodian o vigilan los documentos que queremos revisar? En un trabajo relativamente reciente, Damon y Hoover (2020) muestran que estas personas no sólo poseen un conocimiento profundo de los documentos que están a su alrededor, sino que, además, pueden habilitar o clausurar nuestro acceso a ellos. Si nos centramos en los casos de Julieta y Marta, ellas conocían muy bien los documentos que había en el Museo 1871 y en la Casa de Cultura. Al mencionarles qué era lo que estaba buscando, no sólo me trajeron los documentos solicitados, sino que, además, me dieron acceso a fuentes escritas que (ellas suponían, con razón) podían interesarme. Así, por un lado, esas personas podían identificar esos documentos y darme acceso a ellos. Pero, además, tenían la capacidad de reconstruir la trama de relaciones personales e institucionales que esos documentos habían transitado. En tal sentido, considero que el estudio sobre el funcionamiento de las burocracias estatales a nivel municipal podría encontrar en estas a (algunos de) sus informantes claves.
Como mencioné anteriormente, las dificultades de acceso a ciertos documentos oficiales es un tópico recurrente dentro de las reflexiones metodológicas de quienes hacen trabajo de campo en archivos institucionales (Abrams, 1988; Nazar y Pak Linares, 2007; Muzzopappa y Villalta, 2011; Caimari, 2017; Besoky, 2018; entre otros). En mi caso, el acceso al expediente y a la carpeta no supuso dificultades. Y no las supuso porque, en buena medida, ese acceso fue absolutamente fortuito, azaroso, casual. Recordemos: ambos documentos 1°) habían sido descartados, 2°) alguien los guardó y 3°) yo los encontré mientras buscaba otra cosa. Si al momento de diseñar la estrategia metodológica de mi investigación -o durante el trabajo de campo que esta supuso - me hubiera propuesto acceder a esos documentos, ¿lo habría logrado? Lo dudo. Probablemente los hubiera ido a buscar a lugares donde ya no estaban: las actas de la AEE no estaban en la AEE ni en la casa de sus exdirigentes (sino, parcialmente, en la Casa de Cultura) y el expediente municipal no estaba en la sede de la intendencia (sino en el Museo 1871). Evidentemente, como señala Caimari (2017, p. 55), el recorrido errático de nuestras investigaciones depende tanto de la astucia como de la suerte que tengamos: los resultados de esas investigaciones se encuentran atados, entre otras cuestiones, a la posibilidad de encontrar determinada información en lugares y momentos imprevistos. En tal sentido, entiendo que la reflexión metodológica sobre el acceso a determinadas fuentes documentales no puede hacerse sin tener en cuenta el carácter azaroso, fortuito, casual que, en buena medida, posee dicho acceso.
Referencias
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Notas
Recepción: 07 Febrero 2024
Aprobación: 27 Mayo 2024
Publicación: 01 Junio 2024